viernes, 30 de mayo de 2008

Precaución entre cumbres - Columna #3 en Ekovoces

Precaución entre cumbres
(Columna #3 publicada en el 2008 en el extinto portal de Ekovoces Noticias)

El micro ha dado tantas vueltas que ya no sabes dónde estás. Sólo confías en que entre ese caos de pistas rotas, calles cerradas con rejas y veredas adornadas con más policías juntos que los que has visto en toda tu vida puedas llegar por lo menos cerca del paradero en el que tienes que bajar. Te quejas en voz baja creyendo que nadie te escucha, pero el cobrador te mira y levanta una ceja. Señorita, a nosotros también nos han cagado, dice. Tú le volteas los ojos, luego los cierras. Un frenazo en seco, varios gritos y la sensación de ingravidez te indican que bajarás en un lugar al que ese día no pensabas llegar.

El micro (autobús) en el que viajo para llegar a casa ha dado tantas vueltas en los últimos días que ya no sé si la ruta que sigue es la que me deja más cerca de la calle en donde vivo. Lo primero en aparecer fueron unos paneles de la municipalidad que indicaban que se realizarían obras “para mejorar nuestra ciudad”. Firmaban el aviso el alcalde de Lima y esas siglas mágicas que justificaban el motivo para la ejecución del trabajo: APEC 2008 – Rehabilitación de la Avenida X. Luego emergieron unas mallas anaranjadas que impedían el paso para finalmente observar pedazos de pavimento y maquinaria pesada que con cada movimiento parecía repetir el terremoto de agosto del año pasado. Vamos a arreglar la ciudad porque la cumbre APEC va realizarse en Lima este año, parece que gritaran todas las obras que se están haciendo – a la vez – en la ciudad y que entorpecen aún más el tránsito en la ya congestionada capital peruana.

Para complicar un poco más la situación, con motivo de la V Cumbre América Latina, Caribe y Unión Europea que también se realizará en Lima, se han cerrado con rejas, policías, guardia de asalto y hasta tanquetas algunas de las principales arterias por donde se movilizan rutas que conectan puntos importantes de la ciudad. La visita de la mayoría de mandatarios de los diferentes países del mundo ha puesto en alerta máxima a las fuerzas del orden. Ayer regresaba en micro del Centro de Lima y vi a la policía montada paseando por la avenida Arequipa. Saqué mi celular y le tomé una foto. Me hizo mucha gracia ver a los equinos confundidos entre el tráfico y algunos escolares que tan sorprendidos como yo, intentaban acercarse y acariciar la cabeza adornada con pompones del caballo más pintón. Cuánta precaución, cuánto miedo, pensé.

Esta divagación me hizo recordar que Melissa Patiño, una joven poeta acusada de terrorismo y encarcelada durante dos meses sin pruebas, había sido liberada el día anterior. Una de las acusaciones (sin pruebas, repito) que pesaba en su contra era que estaba planeando atentar contra las cumbres. El micro cayó en un bache, yo subí el volumen de la música. Una curva peligrosa complementada con una carrerita entre choferes para ganarse al siguiente pasajero me transportaron a otra noticia de los últimos días: la revuelta de los alumnos sanmarquinos y la intervención de la policía en la universidad. Más de quince alumnos presos, otros dos heridos de gravedad, un vehículo incendiado y destrozos, todo por protestar contra la construcción de un bypass (que tiene cerrada la avenida Venezuela aproximadamente desde septiembre), el cual invade parte del terreno ocupado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, decana de América, pública, laica y según informes oficiales, abarrotada no de estudiantes, sino de revoltosos.

Desvío. Parecía que después de unas cuadras el micro regresaba a la ruta habitual. Bajé el volumen, pensé en la columna que debía escribir. He dado tantas vueltas a los temas, que sólo se me ocurre escribir sobre eso: vueltas, curvas, noticias sueltas, historias fragmentadas, frenazos. Una calle cerrada volvió a alejarme de la ruta. Fruncí el ceño. Me bajé. Preferí caminar, correr como los alumnos del video captado en el momento de la protesta sanmarquina. Corre, carajo, corre, los tombos están entrando a la universidad. Los tombos no pueden entrar… Corre, te he dicho. Aquellas palabras y el sonido de las zapatillas haciendo fricción contra el piso retumbaban en mi cabeza. Todo parece indicar que la prevención está en su punto máximo de apogeo, un punto peligroso en donde justos pagan por pecadores y en donde nadie tiene seguro el camino de regreso a casa.

Hello, Goodbye

miércoles, 14 de mayo de 2008

Polvo de Jennifer Thorndike

Polvo


“Será que la necedad parió conmigo
la necedad de lo que hoy resulta necio
la necedad de asumir al enemigo
la necedad de vivir sin tener precio”

“El necio” – Silvio Rodríguez

***

Me di cuenta de que algo había cambiado en ti porque ese día caminé descalza desde la puerta de la casa hasta el sillón y sentí las plantas de mis pies ásperas. Me senté, y al levantarlas, noté que estaban grises. Nunca habías dejado que se acumulara ni la más delgada película de polvo en mis muebles, en mis adornos y menos en mi piso de parquet. Entonces sentí un escalofrío. Seguro habías decidido ignorar aquellas imposiciones patriarcales que te obligué a aprender y cumplir a cambio de un plato de comida y una cama caliente: limpiar, cocinar, hacer la compra, lavar la ropa, no tocar mis libros, no prender el televisor a menos que fuera para ver programas que no te hicieran razonar demasiado, pedir permiso para salir, hablar, pensar, callarte cuando hablo, callarte si no te hablo, salir acompañada, llegar a la hora exacta, arrodillarte como una perra y abrir las piernas cada vez que yo lo quisiera. Así me querías porque no tenías a nadie y tu necesidad era más grande que tu orgullo, ¿verdad? Siempre fue así, no lo dudo.

El día que te encontré, llevaba una fotografía de ella cuando era joven. Ella. Dicen que me parezco a ella, que heredé sus ojos. Y sus ojos me miraron desde esa fotografía que me sirvió de referente. Tenía que hallarla entre esas caras renegridas, esos cuerpos famélicos, esos pies sucios. Entonces te vi, fumabas con desesperación. Pasta, seguro. Seguro tenías hambre. Al verme estacionar el auto a tu lado, sonreíste con esa misma expresión adolorida que ella presentaba en esa foto que en ese momento arrugué entre mis manos. Además tenías las mejillas hundidas y esas piernas largas como postes de luz que me hicieron recordar todas las veces que ella se iba a trabajar vestida con minifalda y tacones y llevaba una maleta. Yo me reía a carcajadas porque sabía que no regresaría en varios días. Así era ella, no aceptaba tratos de una noche. Mínimo cinco días, mi amor, y estoy en dos horas donde quieras. Cuán feliz era yo en esos momentos, tan feliz como cuando bajé del auto, te tomé por la muñeca y te prometí todo cuanto pude prometer para que vinieras conmigo. Y en ese restaurante al que te llevé, atragantándote con un arroz chaufa, aceptaste para no volver a ese callejón que olía a mierda y para tener lo que nunca habías tenido, pero no para que yo hiciera contigo lo que no pude hacer con ella. ¿Por qué, qué he hecho mal?, preguntabas cada que terminabas sangrando, o tan cansada que no podías ni abrir los ojos. Porque ella también lo hizo conmigo y peor, peor… mejor huérfana, mejor huérfana, mejor huérfana, repetía como un mantra y luego te daba una bofetada en la boca para callarte y reírme a carcajadas cuando tus labios se teñían de rojo. Qué estúpida eras, qué tonta.

Pero sé que has cambiado, sé que algo tramas y te admiro porque yo hace tiempo hice lo mismo. ¿Y por qué conmigo? La venganza no era contra mí, preguntaste cuando te lo conté. Ella se largó cuando se dio cuenta que algo había cambiado en mí, se fue con la maleta, con los tacones, con la minifalda, cinco días, cinco nada más, cinco días y todo terminaría o comenzaría, pero no, no. Qué estúpida eres, qué tonta, me dijo y cerró la puerta sonriendo y tú te callas y cumples con tu papel, hija de puta, ¡no me vuelvas a preguntar por de ella! Ese día me miraste por primera vez con odio y probablemente, despertaste del letargo. Ahora te temo porque sé que me harás pagar por cada golpe, por cada marca, por cada violación, por cada plato lavado, por cada botón que has cosido, por cada noche que te la pasaste despierta por miedo a amanecer muerta. Mejor huérfana, dirás y yo sonreiré. Entonces no me voy, te espero, linda, te espero tanto como te quiero y como te admiro. Te espero fumando y con los pies sucios, tal y como te encontré.

© Jennifer Thorndike


Hello, Goodbye

Lee el análisis del cuento escrito por Esther Castañeda y Elizabeth Toguchi aquí

martes, 13 de mayo de 2008

Análisis del cuento "Polvo" por Esther Castañeda y Elizabeth Toguchi

Erotismo y fluir de la conciencia en “Polvo” de Jennifer Thorndike


Déjame que te cante como cuando eras mía,
hermanita silvestre, como cuando trepamos
el astro que salía a dormir soledades
entre nuestras pupilas destiladas de amor.

Julia de Burgos


Lo soñé impetuoso, formidable y ardiente;
hablaba el impreciso lenguaje del torrente;
era un mar desbordado de locura y de fuego,
rodando por la vida como un eterno riego.

Delmira Agustini


Convencionalmente se dice del cuento en general que es una narración breve, oral o escrita y su objeto es producir un solo efecto en el lector. Revisamos «Polvo» de Jennifer Thorndike, porque después de leer su primer libro, Cromosoma Z esperamos otro discurso febril e intuitivo, no nos ha defraudado, aunque no nos gusta el tema de la violencia doméstica contra la mujer inserta en «Polvo», decimos que es un relato hábilmente trabajado, que se basa en la ambigüedad de su discurso. Imita un monólogo zigzagueante que sigue los cambios de ánimo de la personaje principal y con esta escritura imitativa volvemos al suspenso de las antiguas películas en blanco y negro que creíamos olvidadas, porque de eso se trata, de una demanda de afecto cuya respuesta se viene postergando. A lo largo del relato, estamos a la expectativa y es eso lo que caracteriza a «Polvo»: distender esa atmósfera enrarecida, tan espesa que se podría cortar, tensa como la cuerda de un violín, la magia es la fusión de crisis y cambios, a la espera de un final, intuido desde las primeras palabras.

El cuento de Jennifer Thorndike va precedido de dos marcas culturales que encierran parte de las claves del sentido, nos referimos por un lado al título, «Polvo», y por otro a los versos de la canción «El necio» del cantautor cubano Silvio Rodríguez instituido ahora como epígrafe. Respecto al título, el Diccionario de la Real Academia tiene entre sus acepciones, las siguientes: Del lat. pulvus, por pulvi. 1. m. Parte más menuda y deshecha de la tierra muy seca, que con cualquier movimiento se levanta en el aire. 2. m. Residuo que queda de otras cosas sólidas, moliéndolas hasta reducirlas a partes muy menudas. 3. m. Porción de cualquier cosa menuda o reducida a polvo, que se puede tomar de una vez con las yemas de los dedos pulgar e índice. 4. m. En el lenguaje de la droga, heroína2. 5. m. Partículas de sólidos que flotan en el aire y se posan sobre los objetos. 6. m. coloq. vulg. coito. Echar un polvo. 7. m. pl. Producto cosmético de diferentes colores que se utiliza para el maquillaje.

Para nosotras «polvo» es un término que en el cuento tiene varios significados dentro de ellos se adecúa tanto a la primera como a la sexta acepción, por un lado, indicaría el nombre de las partículas sólidas con un diámetro menor a los 500 micrometros, es el polvo de las casas, oficinas o sea el polvo doméstico y a este polvo se refiere el comienzo: «Nunca habías dejado que se acumulara ni la más delgada película de polvo en mis muebles, en mis adornos y menos en mi piso de parquet». Y por otro, el relato que se tiñe de una fuerte sensualidad, apunta también a la sexta acepción, nos referimos a coito o relación sexual. Si bien no se alude explícitamente, la relación entre las dos mujeres aparece como unión de instantes sexuales y como materia moldeable por parte de quien tiene el poder, mezclando recuerdos antiguos y recientes, abriendo un espacio de posibilidades. La autora une caracteres, niveles de vida, tornándose la relación que al inicio era sólo obsesiva entre las dos, en una relación agresiva y tierna (de dominante a dominadora).

La presencia de un fragmento de los versos de la canción «El necio» en la estructura narrativa, ha hecho que estas palabras sean una de las claves del relato, el contrapunto ha sido entresacar este fragmento (5 estrofa vv 29-32) de un total de seis estrofas con 36 vv y situarlo en el frontis de su relato, haciéndolo aparecer como una especie de pórtico. Luego, ha trasladado la tensión político-personal que rodea a la canción a una tensión más individual. Destaca en el fragmento, dos conceptos: persistencia y actualidad, la primera, expresada reiterativamente en la palabra «necedad» junto a ella y segundo, el presente en la palabra «parió» y en «hoy». En fin, lo tomamos como la consolidación de un tiempo que se hunde en el pasado para rescatar decisiones y recuerdos. Sabemos del nivel político que contextualiza la letra de Silvio Rodríguez y que él mismo ha declarado: «Cuando escribí «El necio», estaba pensando en Fidel y, hasta cierto punto, en mí. Todas mis canciones tienen inevitablemente una dosis fuerte de mis experiencias personales. Pero en este caso, lo que me llevó a escribirla fue el ambiente ideológico de finales de los 80, principios de los 90 [...]. De alguna forma, yo conté esa revolución que se estaba yendo abajo en la Unión Soviética y los augurios de la nuestra». Lo que es arriesgado narrativamente hablando es el contrapunto que ha optado la autora para lograr ese efecto de contraste y de reacción, no sólo trasladando espacial y visualmente este fragmento de «El necio» a «Polvo» sino también ha mudado la tensión. Si por ejemplo, en la canción aparece el verso «la necedad de vivir sin tener precio» en la narración figura: «Así me querías porque no tenías a nadie y tu necesidad era más grande que tu orgullo, ¿verdad?». En los dos hay una alusión a la ley del mercado: la oferta y la demanda, en ambos, la oposición de dos maneras de vivir, en ambos coinciden en la decisión final. Thorndike ha trasladado hábilmente la tensión político-personal a una tensión más social e individual, lo que logra un distanciamiento sui generis.

La estructura del cuento toma forma de espiral en donde las acciones y recuerdos se entrelazan, y se dan impulsos para una búsqueda amplia, febril e irrepetible, son acaso éstas acciones irracionales y por lo tanto absurdas de las que trata «Polvo». Estamos en el mundo de los sentimientos, no hay duda, y ante la ruptura de una relación de dominio y posesión, todo es posible. ¿Es la trama, una historia de amor? ¿Cómo se cuenta una historia de amor? Usualmente se sigue una secuencia temporal desde el inicio hasta el final o se altera estas marcas convencionales. Un tópico en literatura es, describir esta secuencialidad u orden lógico de las acciones en las relaciones afectivas. (Inicio + Solución al obstáculo 1 y 2, para terminar en un Final feliz.). Respecto al orden, la autora no hace distinciones, en el cuento hay un inicio, obstáculos (tácitamente salvados) y un desenlace, a pesar de la naturaleza atormentada de esta relación de afecto y necesidad entre dos mujeres con los niveles de conciencia; se maneja la complejidad de la memoria y fantasías para representar sensaciones y emociones, se asemeja a la caracterización que hace Lula Carson Smith más conocida como Carson McCullers en Reloj sin manecillas.

La relación afectiva irrumpe en la vida de las personajes y la descripción de pequeños detalles nos dan cuenta de los inicios y los finales de esta historia, en general, son síntomas ante los que la pareja sobrevive o se hunde. Son causa de «los cambios», «la transformación», «la modificación» o como se llame esa retroalimentación de los sentimientos y esa extraña retroalimentación es la atmósfera elaborada en «Polvo». «Me di cuenta de que algo había cambiado en ti porque ese día caminé descalza desde la puerta de la casa hasta el sillón y sentí las plantas de mis pies ásperas». Así comienza «Polvo» y ese dirigirse a una segunda persona en un discurso indirecto libre, advirtiendo cambios, apuntan a la última vuelta de tuerca en una relación amorosa.

En la escritura de Thorndike, hay un trabajo con el tiempo y éste se expresa en variantes envolventes, hay varios tiempos anteriores al comienzo del relato que se extiende sobre la protagonista como agua jabonosa. Asimismo, posesivos como: «mis muebles», «mis adornos», «mi piso de parquet», «mis libros», apuntan a una composición social y a una adaptación al poder económico, cuya reiteración es explícita y sofocante. Ese es uno de los logros del cuento, la creación de una atmósfera agobiante, posesiva y reiterativa, para ello Thorndike funda un espacio emocional, con el punto de vista de una personaje no importa que no sea la más atrayente, eso no interesa, lo que importa es que convenza, –que nos convenza–, pues el monólogo interior si bien es una técnica narrativa por medio de la cual se revela lo más íntimo, lo especial y atrayente de ella es conseguir que parezca que no es ficción, que se lea verosímil la representación del «discurso» interior y esto es un trabajo de orfebrería narrativa.

Thorndike menciona algunos conceptos que son enlaces de otras acciones, las concentra y, las vuelve más densas y tajantes «Nunca habías dejado», «Seguro habías decidido ignorar aquellas imposiciones patriarcales que te obligué a aprender y cumplir». En fin, como una caja china su estructura es de nunca acabar pero esta carga significativa habla bien del cuento. Porque no es sólo inspiración sino trabajo. Son 15 haceres y/o saberes en la socialización de esta mujer: «limpiar, cocinar, hacer la compra, lavar la ropa, no tocar mis libros, no prender el televisor a menos que fuera para ver programas que no te hicieran razonar demasiado, pedir permiso para salir, hablar, pensar, callarte cuando hablo, callarte si no te hablo, salir acompañada, llegar a la hora exacta, arrodillarte como una perra y abrir las piernas cada vez que yo lo quisiera».

La idea de que es una relación de dos mujeres las que hacen esta historia debería añadir una perspectiva diferente al relato. Tal vez un erotismo más sofisticado, pero, no es así, porque se repite y reproduce la violencia y el machismo. En esta «pareja» hay una proveedora y una persona sometida, hay una persona que tiene el poder económico y psicológico. Nos preocupa la presencia de un modelo patriarcal, machista, conservador, de relación entre los sexos. Se trata de una tradición según la cual a un proveedor sea varón o mujer que adopta ese rol todo se le está permitido, siempre y cuando cumpla y siga con su rol de proveedor(a), se incluye la violencia doméstica, pues al proveedor todo se le está permitido, al personaje que hace de pareja sólo le toca someterse.

Nos interesa resaltar cómo el erotismo es presentado, si en anteriores tiempos se identificó a la mujer con la naturaleza e imaginó la feminidad en su faceta enigmática, ahora el erotismo violento y duro es el modo vital que rodea a las mujeres, ellas se comunican gracias a él, teniendo en el cambio la vía propicia para destruir lo que se está edificando. La imaginería de una feminidad seductora y devoradora a la vez que la otra asociada a la debilidad es también objetivo de Jennifer Thorndike, con la foto de la madre y el encuentro con la otra, estamos pues frente a una galería de caracteres de mujeres.

Por último, el monólogo tipifica a la protagonista, y la literatura peruana nos da ejemplos de algunas de las obras en la narrativa peruanas escrita por mujeres en las que se utiliza esta técnica para enfatizar la atmósfera o al personaje central, así tenemos: Blanca Sol de la moqueguana, Mercedes Cabello; Indómita de la limeña, Angélica Palma; El truco de los ojos y Ximena de dos caminos de la cerreña Laura Riesco; también en Ranchos de caña y Sombras y rumores de las iqueñas María Rosa Macedo y Gaby Cevasco, respectivamente, etc. Así como en Mrs. Dalloway de Virginia Woolf, ellas utilizan el monólogo interior para caracterizar esta fusión del mundo real y el mundo interior. Y, finalmente nos encontramos con «Polvo» de Jennifer Thorndike un texto inmerso en el mundo de la especulación, de la imaginación, en fin, de la asociación de momentos febriles, que confunde verdad y ficción y frente a la inseguridad y tensión de esta extraña relación, este cuento nos plantea la necesidad de más modelos de familia y una redefinición de roles.

Esther Castañeda y Elizabeth Toguchi *


* Esther Castañeda y Elizabeth Toguchi, Investigadoras y Editoras.

Hello, Goodbye

jueves, 8 de mayo de 2008

Fotos de "Arte y Pueblo Libres" y "Divaneando"

Me acaban de pasar algunas fotos del lunes de "Divaneando" en Sancho Panza y otra del día de "Arte y Pueblo Libres". Me vestí de colegiala en ambas ocasiones. En "Arte y Pueblo Libres", leí "Alicia en el diario" y representé a Valeria, la protagonista del cuento, que es una niña de siete años que narra en su diario un día inusual en su colegio.

En "Divaneando" leí "Porcelana". Es día Carmen Ollé me hizo preguntas acerca del texto y yo respondí como si fuera el personaje, por eso el disfraz que también se prestaba, pues esta protagonista tiene aproximadamente quince años y parte de la performance era ser "analizada" a través del texto por la "terapeuta" Carmen Ollé.

Pueden leer ambos cuentos en los enlaces. Gracias a Jorge Baldeón por la invitación a "Arte y Pueblos Libres", a Rocío Santillana y Ana María Falconí por incluirme en el proyecto de "Divaneando" y a Carmen Ollé por participar conmigo en la performance.


Hello, Goodbye


1) Rocío Santillana y Jennifer Thorndike leyendo e
n "Arte y Pueblo Libres".
2) Carmen Ollé, Jennifer Thorndike, Ciro (actor que ayudó en la performance de Lucho) y Lucho Zuñiga, participantes de "Divaneando Narrativa".

3) Carmen Ollé, Jennifer Thorndike, Rocío Santillana y Ana María Falconí en
"Divaneando Narrativa".




domingo, 4 de mayo de 2008

Jennifer Thorndike en Sancho Panza

LUNES LITERARIOS EN SANCHO PANZA
El próximo lunes 5 de mayo, a las 8:00 pm, en Sancho Panza Café Bar se realizará el primer encuentro de "Divaneando" una propuesta performática más allá de la lectura, que pretende indagar en los secretos y obsesiones que se esconden detrás de un poema o de una narración. En el primer encuentro, "Divaneando Cuentos", se sentarán en el diván Jennifer Thorndike y Luis Zúñiga, para someterse a las preguntas de la "terapeuta" e invitada especial Carmen Ollé.

EL INGRESO ES LIBRE
Av. Grau 209 A, Barranco