miércoles, 15 de agosto de 2007

Cromosoma Z por Santiago Tena

En los cuentos de Cromosoma Z, la voz de Jennifer Thorndike nos lleva por un mundo intenso y extraordinario, nos hace parte de sí misma en cada amor perdido o encontrado, nos llena de su misma pasión a medida que las mujeres y los hombres de este libro se aman y se desaman, se entregan y pierden y recuperan con una violencia interna de ensueño, con una emoción del pensamiento convertido en sensación física y en dolor y en éxtasis moral, mortal, éxtasis del que participamos según la autora nos envuelve frase a frase en la primera persona que relato a relato se abre del todo a nuestros ojos, seguros ya nosotros entonces de que tal tormenta y tal tempestad que nos arrastra es también nuestra, de que esta borrachera de sentir en que nos atrapan y secuestran las distintas voces de Jennifer es también nuestra borrachera, cada cuento es el nuestro, cada narradora es nuestra misma voz diciéndonos desde Jennifer lo que sentimos, lo que nos atrevemos a sentir con toda la locura y con todas las ganas inmensas de vivir y de arder con que arden y viven las voces de Cromosoma Z.

Más allá del tópico fácil y más allá del relato explícito y exclusivamente erótico, los cuentos de este libro dan con el tono exacto. Thorndike no cae en la tentación del erotismo burdo y barato, y cada relación aquí narrada es una aventura sobre todo sentimental, sin que lo sentimental peque tampoco de superficial ni de blando. Ese tercer cromosoma que Jennifer porta con orgullo y proclama es acaso solo un hilo temático que da unidad a los relatos, pero llorar, sangrar, desear, amar, arder, necesitar, cantar, desvanecerse, volver a desear, volver a amar, volver a odiar y a odiarse y a amarse y a no entenderse, y dar y darse, y darse felicidad y darse deseo y darse toda y todo son emociones que van más allá de los cromosomas que portes y que a todos nos queman lo mismo, o al menos a mí me rebullen aún por dentro según termino de leer -orgulloso de conocer y de apreciar a alguien así- los relatos de Jennifer Thorndike, toda vida en cada palabra, con su tortura y su disposición a amar, con su libertad hecha persona en cada sed de afecto y de caricia y de amor al cabo que se despierta y descubre también en quien la lee.

© Santiago Tena (Madrid, 2007)

Santiago Tena, poeta español. Ha publicado Última voz (Editora Regional de Murcia, 1995, prólogo de José Ramón Trujillo), La mansedumbre calculada (Sial, 1998, prólogo de Beatriz Hernanz), Aunque Dios tenga sed (Sial, 2004, prólogo de Luis Alberto de Cuenca) (artículos en el ABC de Madrid desde 1997).

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